¿Cómo distinguir la carne ibérica de calidad?
Es deliciosa, sin lugar a dudas, pero conviene aprender a identificarla para apreciar todo su sabor y nutrientes. Te contamos cómo distinguir la carne ibérica de buena calidad.
Existen muchas carnes de cerdo, pero la más codiciada siempre es la que va acompañada de la palabra “ibérica”. La carne de cerdo ibérico es un producto jugoso y muy sabroso procedente de cerdos criados en montanera y alimentados a base de bellotas. Sin embargo, a la hora de adquirir un jamón o lomo ibérico, conviene estar al tanto de ciertos detalles a tener en cuenta para hacernos con la mejor compra.
¿Qué tener en cuenta al comprar carne ibérica?
Atención al cordón
En el caso de carnes como el lomo ibérico fresco, es importante asegurarse de que viene sin cordón. Una pieza con cordón es indicativo de una carne de menor calidad que no siempre se limpia, motivo por el que la carne pesa más. Nunca pagues el precio de una carne ibérica por una pieza con cordón.
Cuál es la mejor época
La carne ibérica de bellota fresca es un producto estacional que solo está disponible en los meses de enero, febrero y marzo. Durante los meses de frío, entre noviembre y marzo, se lleva a cabo la campaña de montanera. En este período los cerdos se alimentan de bellotas al aire libre, factor que produce el sabor y la textura tan característicos de la carne ibérica.
El cerdo ibérico de bellota nos ofrece carnes de gran valor gastronómico y nutricional. La raza ibérica presenta una gran cantidad de grasas infiltradas formadas en su mayor parte con una proporción superior al 55% de ácido oleico, el mismo que el aceite de oliva, por lo que conviene conservar todas sus propiedades.
Por este motivo, recomendamos comprar la carne ibérica fresca en los meses de venta y congelarla en casa para aprovechar todos sus nutrientes.
Descubre la carne ibérica de calidad al cocinarla
Existe una forma algo más arriesgada de descubrir la calidad de la carne que hemos comprado: al cocinarla. En el momento en el que la pongas en la sartén, comprueba que no suelta agua ni se encoge demasiado. Las carnes de mala calidad se deshidratan fácilmente, por lo que el tamaño final de la pieza se reduce de forma considerable.
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